Hogar Andes Llamas y vicuñas: convivencia en los Andes extremos

Llamas y vicuñas: convivencia en los Andes extremos

por Gerardo Lupercio

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En las vastas altiplanicies andinas, donde el aire es fino y el frío cala hasta los huesos, se desarrolla una convivencia ancestral entre dos especies emblemáticas del mundo sudamericano: las llamas domesticadas por el ser humano y las vicuñas silvestres. Ambas comparten territorio, alimento y agua, pero lo hacen desde posiciones distintas: una bajo el cuidado de las comunidades, la otra moviéndose libre entre los vientos del altiplano. A simple vista, parecería una coexistencia armónica; sin embargo, esta relación está cargada de tensiones ecológicas, culturales y económicas que merecen una observación más profunda.

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La vicuña (Vicugna vicugna) es una especie salvaje protegida que habita las zonas más altas de la cordillera, a menudo por encima de los 3.800 metros. Es el camélido sudamericano más pequeño y también el más esquivo. Su lana, considerada una de las más finas y valiosas del mundo, fue motivo de veneración en tiempos del Imperio Inca y hoy continúa siendo objeto de admiración y comercio. En cambio, la llama (Lama glama) ha sido domesticada por pueblos andinos desde hace miles de años. Animal de carga, fuente de carne y lana, la llama es parte esencial de la vida cotidiana rural en regiones como el altiplano chileno, boliviano y peruano.

En teoría, ambas especies podrían compartir el territorio sin mayores conflictos. Sin embargo, los recursos en altura son limitados. En tiempos de sequía —cada vez más frecuentes debido al cambio climático— las lagunas se reducen, los pastos se secan y la competencia por el alimento se intensifica. Diversos estudios realizados por biólogos de la Universidad de Antofagasta han demostrado que las zonas donde hay pastoreo intensivo de llamas presentan una notable disminución en la frecuencia de aparición de vicuñas. La competencia por los bofedales (humedales altoandinos) es uno de los factores clave en esta tensión.

Pero los problemas no se limitan al acceso al alimento. Existe también un riesgo sanitario. Aunque las vicuñas son silvestres, pueden contagiarse de enfermedades transportadas por las llamas domesticadas, especialmente cuando no se realiza un manejo sanitario adecuado. Parasitosis, enfermedades respiratorias y gastrointestinales son algunas de las amenazas que, si bien controlables en ganado, pueden ser fatales en poblaciones silvestres. La introducción de agentes patógenos humanos en ecosistemas aislados puede tener consecuencias irreversibles.

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