En los variados ecosistemas de Chile, desde la cordillera de los Andes hasta los bosques valdivianos, habita un grupo de animales que muchas veces pasa desapercibido, pero cuya presencia es fundamental para el equilibrio ambiental: los anfibios. Ranas, sapos y salamandras chilenas forman parte de una fauna diversa y adaptada a condiciones únicas, pero enfrentan amenazas graves que las colocan al borde del abismo, poniendo en riesgo su supervivencia y, con ella, la salud de sus hábitats.
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Chile cuenta con más de 50 especies de anfibios, muchas de ellas endémicas, es decir, que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. Estas especies han evolucionado en ambientes muy específicos, como humedales de montaña, bosques templados y zonas costeras, desarrollando adaptaciones sorprendentes para sobrevivir a las condiciones extremas del país. Su piel permeable y su ciclo de vida vinculado al agua los hacen especialmente sensibles a cambios ambientales.